Johan Gabler
(Fuente: Felipe Vargas, Emol)
El estallido produjo un antes y un después en muchos aspectos de nuestro país. En este caso, quisiera hablar de un tema estrictamente político como lo es el plebiscito y la discusión de la nueva constitución en Chile.
Aproximadamente un mes después del estallido social, el 15 de noviembre de 2019, se anunció entre todos los sectores políticos un “acuerdo por la paz” que incluía un plebiscito para decidir si la ciudadanía quería o no una nueva constitución, además de elegir como redactarla.
Este acuerdo, en cierto modo, se vio como una especie de parche por el contexto que vivía el país en ese momento, pero más de alguno vio esto como una nueva excusa para no resolver lo que pedía la ciudadanía y delegar en el “otro” la culpa de la problemática social.
En un principio se había fijado como primera fecha el 26 de abril de 2020, sin saber todo lo que se venia en el mundo respecto a la pandemia del coronavirus. Ciertos sectores políticos vieron esto como una perfecta oportunidad para seguir “pateando” este gran evento cívico y disminuir la expectativa respecto a sus resultados.
El plebiscito, al final, fue pospuesto hasta el 25 de octubre, teniendo bajo análisis la realidad sanitaria que iría a vivir el país en ese momento. Seis meses después de aquella decisión, la curva de contagios se encuentra en una planicie donde ronda los 1500-2000 casos diarios, pero no existe ninguna cuota de confianza por parte de las autoridades para realizar la votación.
Dentro del “peak” de contagios, los sectores políticos de “derecha”, que obviamente iban a hacer campaña por el “rechazo”, se dedicaron a hacer mediáticas ayudas sociales en el peor momento de la pandemia, donde afloraron como nunca las dificultades sociales por la falta de trabajo y el mal manejo de las cuarentenas en Chile, para así hacer campaña política y limpiar su imagen por todo lo que venían arrastrando desde su posición respecto al estallido social aprovechándose de la situación que pasaban millones de familias.
Este espectáculo mediático fue mal visto y denunciado por un pueblo que ya dejó de ser ingenuo, que no se deja engañar fácilmente por el sector político que solamente gobierna para su propio beneficio.
Ahora a semanas del plebiscito y tras el comienzo oficial de las campañas respectivas, han suscitado diversos puntos de discusión, como lo es respecto a la gente que quiere participar de la votación y que esté contagiada con COVID-19. Las autoridades no han querido dar una solución concreta y simplemente busca borrarlos del proceso.
Esta semana han salido diversas posturas de políticos del “rechazo” criticando el uso de fondos para las respectivas campañas políticas. Hubo muchos debates haciendo alusión a que ese uso debería ser destinado para “invertir” en causas sociales y no para este evento. Pero ¿Por qué ahora proponen soluciones? ¿Por qué ese debate sobre la destinación de fondos no fue propuesto en la cumbre del conflicto social en Chile? Simplemente toda esta verborrea sale a flote cuando a ese sector le conviene y más ahora cuando estamos en vísperas de la votación para un nuevo plebiscito que hace peligrar la actual carta magna que tanto defienden.
Para terminar, me gustaría que se lograra realizar el plebiscito con la mayor cantidad de participantes, sin ningún tipo exclusión a lo largo de todo el país y que realmente se note la preferencia del país con claridad para que no exista ninguna interferencia o sabotaje político por conveniencia de parte de los sectores políticos “conservadores”.
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